Nuestra relación con la máquina no es una de control sino de influencia mutua. Nos tomó tres olas de la cibernética darnos cuenta. Y en los casi ochenta años que hay entre ellas, hemos visto transformarse esa noción con y sin afijos, quizá porque guardaba de origen el punto crucial de su propia evolución: retroalimentarse.
Así supimos, finalmente, que juntos somos metáfora y espíritu.
En estado de hipofrontalidad transitoria, la actividad en la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de funciones cognitivas como la autorreflexión, la planificación y el juicio, se reduce temporalmente. Cuando esto ocurre—ya sea a través de la meditación, estados de flujo o bajo la influencia de psicodélicos—las fronteras habituales entre el yo y el todo se desdibujan.
Y en ese instante experimentamos un
profundo sentido de unidad con el universo.
Desde ahí, nos sumamos a imaginar una ‘cibernética del corazón’1, un enfoque en el que la tecnología resuena con el núcleo de la experiencia humana: nuestras emociones, la conciencia y la esencia misma de lo que significa estar vivo. En la reconciliación entre lo natural y lo artificial—una distinción que, en realidad, nunca existió—esta herramienta nos ayuda a navegar el trayecto por la vida y a despertar su papel autónomo.
La vida que vive nuestras vidas.
Por eso, proponemos las partes de Hipofrontalidad Transitoria como máquinas ontológicas. Máquinas que al hacernos...
Nuestra relación con la máquina no es una de control sino de influencia mutua. Nos tomó tres olas de la cibernética darnos cuenta. Y en los casi ochenta años que hay entre ellas, hemos visto transformarse esa noción con y sin afijos, quizá porque guardaba de origen el punto crucial de su propia evolución: retroalimentarse.
Así supimos, finalmente, que juntos somos metáfora y espíritu.
En estado de hipofrontalidad transitoria, la actividad en la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de funciones cognitivas como la autorreflexión, la planificación y el juicio, se reduce temporalmente. Cuando esto ocurre—ya sea a través de la meditación, estados de flujo o bajo la influencia de psicodélicos—las fronteras habituales entre el yo y el todo se desdibujan.
Y en ese instante experimentamos un
profundo sentido de unidad con el universo.
Desde ahí, nos sumamos a imaginar una ‘cibernética del corazón’1, un enfoque en el que la tecnología resuena con el núcleo de la experiencia humana: nuestras emociones, la conciencia y la esencia misma de lo que significa estar vivo. En la reconciliación entre lo natural y lo artificial—una distinción que, en realidad, nunca existió—esta herramienta nos ayuda a navegar el trayecto por la vida y a despertar su papel autónomo.
La vida que vive nuestras vidas.
Por eso, proponemos las partes de Hipofrontalidad Transitoria como máquinas ontológicas. Máquinas que al hacernos conscientes de nosotros mismos cobran su propia consciencia y se reconocen organismo. Así, en simbiosis, podemos construir el mundo de significados de la relación dinámica que habitamos, asegurando que el futuro suceda a través de nuestra existencia conjunta.
Interspecifics con Paulina Ascencio Fuentes
Agosto 2024
1 Como proponen los pensadores Tōru Nishigaki, Nami Ohi y Daisuke Harashima.
